domingo, octubre 21, 2007

EL JAPONES QUE ORINABA ENTRE DOS CAMIONEROS

EL JAPONES QUE ORINABA ENTRE DOS CAMIONEROS


Era un día de esos “normales” en el trabajo de mi amigo Freddy.
Grababan en Sevilla para una Televisión Japonesa, y como dice el refrán que en todos los trabajos de fuma, también en este caso, se horina, que no fue ni mas ni menos lo que pedía el cuerpo, después de unas cuantas horas sin parar.
Estas criaturas, van como locos, y ni de eso tienen tiempo; tuvieron que esperar a terminar lo que hacían, subirse en la monovolumen ( ¡¡ QUE NO, “FREGONETA” , de mi amigo Freddy¡¡) y en la primera estación de servicio pararon porque ya no había ser humano que aguantara un segundo mas.

Lo que cuento a continuación puede que suene a “coña marinera” –que diría un gallego-, pero estas cosas verídicas, solo pueden pasarle a mi amigo, como le ocurrió con el mono en Gibraltar.
Vamos a imaginarnos la situación:

Paramos en el área de servicio, medio en condiciones, en tema de W.C. - pero lo mismo que nosotros, habían pensado un grupo de japoneses que viajaban en autobús -, nos vamos hacia los servicios con la mano en el primer tiempo de la bajada de la cremallera, que seguidamente dará paso al feliz evento.
Nada mas entrar, nos encontramos dos filas de urinarios, - una a cada lado – llena de Japoneses, con su costumbre “a mano”.

Ya, en la “antesala” de los servicios, casi me tira al suelo un señor mayorcete, que con la mano en su “portañica”, y cara de espantado, salía escopeteao y juraría que ni le cambió “el agua al canario”.

Nada mas, abrir la puerta, reaccioné como si me hubiese dado de bruces con un espejo, y entendí rápidamente porque corría despavorido aquel anciano, sin haber hecho su necesidad.
“COOOOOÑÑÑÑOOOO” ¿Qué es esto?, cada cual miraba pa donde Dios le daba a entender, otros silvandillo algo, otros con el cuello vuelto, cual mochuelo en un olivo, y cada uno afanosamente, mano a su tarea.

Me quedé inmóvil unos segundos. con la mano donde mismo la traía, sin haber abierto ni un milímetro la susodicha portezuela, la boca abierta, cara de haba, y frente llena de arrugas, porque , ¡ claro ¡, uno no está acostumbrado a ver esto desde que se acabó la mili - la madre que me parió, que corte- ¿y ahora que hago yo?.
Resulta que los japoneses (pueblo al que envidio muchas cosas), tienen la costumbre de bajarse los pantalones hasta las rodillas, cuando van a hacer pis, no solo en casa, sino en cualquier sitio público, es su costumbre y respetable a todos los efectos, pero ni que decir, que rara pa nosotros, (aunque como todas las costumbres, esta, también se está perdiendo cada día mas,) por tanto nos hallamos ante unos cuantos culetes al aire, y una bajada de pantalones sin precedentes para mi.

Mientras se despejaba el lugar- pensé-, me salgo, a tomar un café, espero un poquito apretando las nalgas, y vuelvo entrar cuando haya menos marineros en el barco.
Entré de nuevo, busqué un hueco, y me tocó al lado de un español – digo que era español, porque no tenía los ojos rasgados, era camionero y sacaba un par de cabezas larga a su “vecino” de micción.
La situación:

Según entramos, en el lado derecho, yo, en el urinario del rincón, a mi izquierda, el cacho camionero, a su izquierda el japonés , a la izquierda de este el compañero del camionero, uséase, otro lebrel, de uno noventa y mas de 100 kgs., de los de antes, y la izquierda de todos, mi amigo Freddy.
Se me olvidaba un detallillo.
No se porque extraña razón muchos de estos amigos de oriente, tienen la costumbre de mirar descaradamente a sus vecinos de miccionarios, es decir; lo que nosotros hacemos silbando, ellos lo hacen mirando, lo cual es harto chocante pa nosotros. AUNQUEEE, los que no tenemos los ojos rasgados, a la vez que silvamos, también nos damos unos “reojazos” de padre y muy señor mío, no vayamos ahora a ser mas papistas que el papa, ehhh ¡¡¡¡¡¡
Como, este amigo nuestro, no era menos, pues miró, a izquierda y derecha, en dirección al aparato miccionador de sus dos “compis”.
El que estaba junto a mi dijo: “y la polla el chino este, ¿que pollas mira?, claro que el “chino”, ni se enteraba, y le correspondía con una sonrisa, “cago en la vin, y encima se ríe el ilipollas” remató el camionero.
El otro armario empotrado, le decía a su compañero, - por encima de la cabeza del “chino”, :”estos chinos son ilipollas, compae, le está salpicando en la cara y después de to se rie”.
-yo me partía el culo de la risa, por dentro-
Pero aquí no termina la cosa.
Se me olvidaba otro detallillo.
Resulta que otra de las “costumbres” curiosas de estas criaturas, está ,la de “peerse”, ¡¡ si hombre ¡¡ tirarse cuescos como todo ser humano, ( ¡¡ vamos ¡¡ que nosotros estamos libres de pecado ¿no?.
Mi suegro, sabio como todas las personas mayores, decía un refrán : “el que va a mear y no pee, es como el que va a la escuela y no lee”.Por tanto este pobre hombre, japonés no hizo nada especial, simplemente se sumó al refranero español, e hizo lo que todos hacemos, dar rienda suelta a los gases contraídos en nuestro cuerpo serrano, y ¡¡ zaaaaaca ¡¡
Metano y otros innobles, encontraron rápidamente una de las dos salidas que tenemos, y allá que salieron a toda velocidad, por la mas baja, y cercana, avisando con su ruido, lo que podría venir después del trueno para no coger desprevenido a nadie (si hubiese estado operado de una fístula, seguramente se le hubieran escapado los puntos, a la criatura).
Pero lo realmente increíble, fue, imaginar como había podido hacer ese ruido tan grande un cuerpo tan chico.
Los camioneros se miraron, y… “cago en los muertos del chino de los cohones”, que guarro es, y luego dicen que los españoles,, aeeeeehhh “.El japonés, no solo no se inmutó, sino que les hizo un par de reverencias con la cabeza, les sonrió de nuevo y ahí fue donde intervino mi amigo Freddy : “mira, perdonad, pero es que los japoneses tienen esas costumbres, tanto de bajarse los pantalones, como mirar, y tirarse un cuesco cuando mean”. ( ¡¡ vamos ¡¡ como si nosotros tuviésemos otras distintas).
Pero a aquellos “reyes de la carretera”, no les convenció mucho esta disculpa ajena, y siguieron erre que erre, con que eran unos guarros.
Ya metidos en harina, dice otro refrán : “el que mea claro y pee fuerte se ríe de la muerte” ; uséase, que eso es señal de que los riñones filtran bien y que el estómago está “fuerte”, por tanto, no creo que sea tan absurdo preocuparse por la salud de nuestro prójimo y “observar” si tu vecino de “meada”, está bien de drenaje, porque de estómago no hace falta nada mas que escuchar el sonido de su “salud”, (ya, el olor es otra historia).
Después de la “sacudida”, último movimiento de la micción, antes de meter el pájaro en la jaula, me quedé un poco, silvandillo, porque la cosa pintaba gracia, y después de salir uno a uno de los urinarios, quedaron dentro los dos ”artistas del volante”.
Desde la puerta, oí perfectamente, el tronar de los gases de alguno, o de los dos gorilones que se lavaban la cara, los brazos, otro par de garfadas pa la cabeza serrana, y mientras se acicalaban, carraspeaban buscando afanosamente ese “pollo” mañanero que se resiste a salir de la garganta. (pero que quede bien claro que los guarros son los “chinos de los cohones”) ¡¡¡faltaría más ¡¡
La pregunta hubiese sido : ¿“es que tu perro no caza”?.Menos rasgamos las vestiduras, seamos un poco menos hipócritas, y reconozcamos también nuestros defectos y errores, que los tenemos.

Nuestro perro :“también caza”.
Y haciendo alusión a un epitafio que ví en un cementerio, decía “Por aguantarme un peo, así me veo”.
Moraleja: Yo también, como el japonés, prefiero perder un amigo, que la vida, y si no es amigo, pues con mas razón lo hago y lo digo.

Que seáis felices.
Vuestro amigo
ELCORONEL