viernes, octubre 17, 2008

EL PEZ VOLADOR DEL PANTANO DEL TRANCO -CAZORLA-

Como siempre digo, por imposible que parezca, todo, absolutamente todo lo que os cuento es verdad, aunque os parezca inverosimil.
Nada estaba pensado ni premeditado.
Todo ocurrió según lo fuí ingeniando segundo a segundo, mientras hacía un cansino, aburrido, y pesado tramo de pista forestal en la inigualabe sierra de Cazorla.
Entramos en materia:
Pablo, Manolo, Pepe, Julián, Herme y servidor, esta bamos en una de nuestras semanas de supervivencia, con los alumnos de Universidad, en la zona de Arroyo Montero, corazón de las Sierras de Segural Cazorla y las Villas.
Nos llegó un aviso, de la U.G.R., que venían unos cámaras de TV, a grabar escenas del desarrollo de esta actividad y en fin, a lo que les hubiesen mandado sus jefes, que pa eso están.
Bajamos a recogerlos al punto de encuentro, mas cercano a nuestro campamento.
Ya les pusimos en sobreaviso, que donde estábamos, el barro, el frio, la lluvia etc, eran nuestros compañeros de dia y noche.
Pues ¿con que atuendo creeis que venían aquellos tres jóvenes, (y jóvenas)?, exactamente igual que si fueran al Pub de la esquina, vaqueros, camisilla, y zapatillas, es decir justamente lo contrario que se les dijo.
¡¡ Pero hombres de Dios ¡¡¡ les dijimos cuando los vimos con ese atuendo,- os vais a poner como un cromo, chiquillos -
Yekilicual. ¡¡¡¡¡

Entre el agua que caía del cielo, y la que había ya en la tierra, empezaron a humedecerse, de abajo arriba y de arriba abajo,- empezaban a comprender porque nuestra insistencia acerca de la equipación.
Cuando terminaron de hacer su trabajo, sus ropas habían cambiado de color, los pantalones ahora eran marrones hasta las rodillas, el calzado casi había desaparecido, las camisillas pegadas al cuerpo, los brazos cruzados delante , por el pecho, como el que aprieta a la novia, los labios morados como dos berengenas, tiritaban de frio, y en el castañeo de dientes iban a la par.
Cuando llegaron al fuego, casi se meten dentro, sus ropas echaban humo como si estuvieran
ardiendo.
Les dimos un caldico, de gallina vieja, del tio Saboré, que Pablo hacía genial.
Una vez compuestos, tenían que volver a los coches y regresar a montar la grabación.
Nunca me ha tocado la loteria, ni los cupones ni nada, pero allí, tenía la suerte de que los 24 kilómetros de pista que nos separaban de la civilización, casi siempre me tocaba a mi hacerlos, (entre otras cosas porque el coche que normalmente estaba disponible era mi Toyotón).
Andaba yo también subiendo de vuelta de hacer algún recado, y en en el rutinario deambular, devorando una curva tras otra, llevaba delante a un pescador que en su motillo, con su cesta de esparto en el portabultos, cargada de peces, y sus cañas al hombro, abandonaba su pesto de pesca.

En una de las curvas, un reflejo plateado en la cuneta derecha, me hizo detenerme, bajé y vi que se trataba de un barbo de al menos dos Kilos. que se le había caído de la cesta a aquel hombre.
Lo cogí, con intención de darle alcance y entregárselo, pero en ese momento me vino a la cabeza la esencia de esta narración, entonces volví a dejarlo donde mismo había caido, solo que un poco mas escondido.
Marqué el sitio con unos palos en el balate, para identificar el lugar, a la vuelta.
Mientras subía los 24 kilómetros iba maquinado la estrategia seguir y yo solo me rompía el culo de la risa, solo de imaginarme a los tres personajes, si caían en la trampa.
Me tomé un caldo del tio "saboré"(ahora os cuento porqué al caldo le decíamos del tio saboré), un poco de queso, unos tragos de vino de la bota, y cargamos las cámaras, trípodes y personal en el Toyotón, y de nuevo de vuelta camino a sus vehículos.
Lo del tío saboré, es que según nos contaba Pablo, en las tierras de Castilla, (él es burgalés de pura cepa), era frecuente, ver a un hombre que llegaba con su vehículo, tocaba el claxon, salían las vecinas con charros con agua que se arremolinaban alrededor de esa furgoneta. Este hombre encendía un hornillo ponía el agua, y le metía dentro , un hueso de jamón, el esqueleto de la gallina, o hueso de cerdo etc etc, las mujeres pagaban lo que les correspondía y se llevaban su cacharro con su caldito calentito, por eso lo del "tio saboré".
Hecho este inciso, seguimos con lo nuestro.
Uséase, que me puse manos al volante y dispuesto a llevar a aquellos urbanitas a su medio asfáltico, donde seguramente se moverían como pez en al agua (ja ja ja ).
Cuando faltaban unos kilómetros, para llegar "al sitio", fuí metiéndolos en materia sobre las cosas que hace la naturaleza y que los humanos no tenemos ni idea, de la mayoría de ellas, entre otras - seguía yo diciéndoles- aqui en Cazorla, los biólogos de varios paises, han venido estudiando un fenómeno inédito concretamente en este pantano, y que aunque en el mar es normal en algunas especies, muy conocidas de peces voladores, no se sabía de este fenómeno en embalses de agua dulce.
Las caras de los tres eran las mismas que, cuando le cuentas un cuento a un niño, exactamente iguales, la boca medio abierta, los ojos como platos devorando con la mirada a un lado y otro de la carretera cuanto veían, y con la barbilla apoyada en el respaldo de los asientos delanteros.
El pantano, lo teníamos a nuestra derecha según íbamos bajando. Cada vez el agua estaba mas lejana, ya que la lengua de entrada se hacía mas pequeña conforme nos separábamos del embalse.
Resulta que aquí en Cazorla, concretamente en este pantano- seguí argumentando-, un pez muy conocido, llamado barbo, parece ser que ha ido desarrollando una habilidad increible.
Dado que cada vez llueve menos y tenemos menos agua en los arroyos, se cree que estos peces han desarrollado una extraordinaria capacidad para adaptarse a entornos variables. ¿Regeneración?, ¿auto regularización?, realmente no se ponen de acuerdo como llamar a este fenómeno,-terminé diciendoles-.
Rápidamente me bombardearon a preguntas, (realmente era lo que yo esperaba), puesto que había conseguido llamar su atención y la cosa se ponía a mi favor. ¡¡habían caido en mi trampa ¡¡ ja ja ja (que cabrón).
Yo les iba contestando con respuestas que me venían sobre la marcha, pero alejadas de su mundo, por tanto creibles o no, no se ponían en entredicho.
Cuando nos íbamos acercando al "punto cero", les volví a decir:
En esta época sulen verse algunos de esos casos. Mirad, alli abajo hay un grupo de tres personas cerca de la orilla, que posiblemente, sean esta gente que no para de estudiar cualquier cosa sobre esto, puesto que esta época es el desove de estos peces.
Al enfilar la curva que daba paso a mi pez de plata (si no lo había cogido alguien como hice yo hacía un rato, lo que hubiera ajado mi montaje), detuve el coche, y señalando al pantano, volví a decirles: esta es la zona donde mas se da el fenónmeno, tampoco se sabe porque en esta zona y no en otras.
Ya había vislumbrado yo el brillo plateado de mi cómplice involuntario.
Fijaos, que habrá mas de 100 metros desde la orilla hasta donde estamos nosotros ¿no?, -les decía de nuevo- pues hasta aquí se han llegado a ver hermosos ejemplares que han saltado asombrosamente esta increible distancia, estrellándose contra las ramas de los pinos, y caen al suelo.
Dos de ellos callaron, pero uno dijo: yo creo que es muy dificil que un pez pueda salvar esta distancia, pero como tu dices, Enrique, la naturaleza es así de caprichosa, quien sabe, lo mismo es posible.
Hombre, a mi sinceramente tambien me pasa lo que a ti, -dijo el cabroncete, o sea, yo-que creo que es mucha la distancia, pero como os he contado, aqui se han descubierto cosas que hasta entonces eran absolutamente increibles de otros animales como pasó con el tema de las abejas y las orquideas, que se pasaron los científicos dos años hasta descubrir porque no polinizaban estas flores que poco a poco iban desapareciendo, y gracias a la sagacidad de uno de ellos revisando videos, obserevó que se trataba de otro tipo de abeja que no era la autóctona, y esta otra no llegaba con el aguijón a polinizar la orquidea. También, al ser mas fuertes que la de Cazorla, las mataban, con lo cual iban desapareciendo a la par. abejas y orquídeas. -comenté- (eso fué lo único verdadero que les dije a los muchachos en todo el día).
Puse la primera a mi Toyotón (es un HDJ 80) y con sumo cuidado avanzamos mirando hacia el pantano.
En ese momento nos cruzamos con mi amigo Enrique el coordinador de los guardas forestales de Cazorla. Volvímos a detenernos un momento para saludarnos sin bajarnos del coche, dado que él iba precisamente hacia el campamento a comer con nosotros y yo tenía que dar pronto la vuelta pa no perderme el tío saboré.
Aqui estamos viendo la zona de "los voladores"- le dije a mi tocayo guiñandole un ojo.
Habil y con la agilidad mental propia de quien viene de vuelta en muchas cosas y ha hecho varias guerras, me dijo: ¡¡ Ah bueno¡¡, pues ahí os dejo que tengo que seguir.
Adios, hasta luego.
Unos metros mas adelante estaba donde mismo lo dejé con sus casi 2 kilos de peso " mi pez volador"
Cuando mas distraidos estaban, di un frenazo inesperado que casi se tragan el repaldo de los asientos delanteros:
¡¡¡ Cago en la puta, -les dije - coño que suerte, bajaros del coche, aqui hay uno ¡¡¡.
Se bajaron como alma que lleva al diablo, y se pusieron a mi lado.
El barbo estaba precioso, fresco, y hermoso.
Este no lleva aqui ni 10 minutos -les dije- si llegamos a pasar un poco antes casi lo hubiéramos visto saltar.
¡¡Ostias¡¡ decían los tres urbanitas- es increible, tio, que un cacho de pez así haya dado un salto así, (mientras movían la cabeza del pantano al barbo y del barbo al pantano como quien está viendo un partido de tenis) ¡¡ vamos a grabar el sitio, tío, ¿podemos?¡¡, me dijeron.
Claro que si, pero no bajeis mucho que no está permitido y además se nos hace tarde.
Fueron solo diez minutillos, pero mientras ellos montaban el trípode, y grababan desde donde saltó el pez volador que ellos mismos vieron, tocaron y olieron, yo, o sea, el cabrón, al otro lado de la cuneta, me retorcía en el suelo de la risa, que después defendería mis lágrimas esgrimiendo que debió ser el polvo de un coche que pasó un momento antes.
Los dejé en el camping de los llanos de Arance, que cogieran su coche y nos despedimos.
Como decía al principio, hay 24 kilómetros de pista pero se tarda casi una hora en el trayecto, pues bien, es la primera vez en mi vida, que he estado sin parar de reir una hora.
Al bajarme del coche en el campamento, me estaban esperando como agua de mayo, porque mi tocayo ya les había puesto en atecedentes de que algo estaba tramando con los cámaras.
¡¡¡ Cuenta cabrón ¡¡¡ me dijo mi amigo Manolo.
Al calor del fuego con algún trago que otro a la bota, les fuí contando la jugada, paso a paso con todo lujo de detalles.
A partir de ese momento, éramos 7 tios partiendonos el culo (perdón) de la risa, a la vez que dábamos cuenta de aquel suculento pez en las brasas del fuego.

Espero que esa "experiencia", les sirviera a estos jóvenes para saber que los gnomos no existen, y que caperucita roja, no llevaba huevos ni manzanas en su cestita de mimbre ........ y que en este mundo hay mas cabrones que botellas de cerveza.
MORALEJA: Observa y escucha cuanto puedas, despues, créete solo que hayan visto tus ojos.