viernes, octubre 17, 2008

EL PEZ VOLADOR DEL PANTANO DEL TRANCO -CAZORLA-

Como siempre digo, por imposible que parezca, todo, absolutamente todo lo que os cuento es verdad, aunque os parezca inverosimil.
Nada estaba pensado ni premeditado.
Todo ocurrió según lo fuí ingeniando segundo a segundo, mientras hacía un cansino, aburrido, y pesado tramo de pista forestal en la inigualabe sierra de Cazorla.
Entramos en materia:
Pablo, Manolo, Pepe, Julián, Herme y servidor, esta bamos en una de nuestras semanas de supervivencia, con los alumnos de Universidad, en la zona de Arroyo Montero, corazón de las Sierras de Segural Cazorla y las Villas.
Nos llegó un aviso, de la U.G.R., que venían unos cámaras de TV, a grabar escenas del desarrollo de esta actividad y en fin, a lo que les hubiesen mandado sus jefes, que pa eso están.
Bajamos a recogerlos al punto de encuentro, mas cercano a nuestro campamento.
Ya les pusimos en sobreaviso, que donde estábamos, el barro, el frio, la lluvia etc, eran nuestros compañeros de dia y noche.
Pues ¿con que atuendo creeis que venían aquellos tres jóvenes, (y jóvenas)?, exactamente igual que si fueran al Pub de la esquina, vaqueros, camisilla, y zapatillas, es decir justamente lo contrario que se les dijo.
¡¡ Pero hombres de Dios ¡¡¡ les dijimos cuando los vimos con ese atuendo,- os vais a poner como un cromo, chiquillos -
Yekilicual. ¡¡¡¡¡

Entre el agua que caía del cielo, y la que había ya en la tierra, empezaron a humedecerse, de abajo arriba y de arriba abajo,- empezaban a comprender porque nuestra insistencia acerca de la equipación.
Cuando terminaron de hacer su trabajo, sus ropas habían cambiado de color, los pantalones ahora eran marrones hasta las rodillas, el calzado casi había desaparecido, las camisillas pegadas al cuerpo, los brazos cruzados delante , por el pecho, como el que aprieta a la novia, los labios morados como dos berengenas, tiritaban de frio, y en el castañeo de dientes iban a la par.
Cuando llegaron al fuego, casi se meten dentro, sus ropas echaban humo como si estuvieran
ardiendo.
Les dimos un caldico, de gallina vieja, del tio Saboré, que Pablo hacía genial.
Una vez compuestos, tenían que volver a los coches y regresar a montar la grabación.
Nunca me ha tocado la loteria, ni los cupones ni nada, pero allí, tenía la suerte de que los 24 kilómetros de pista que nos separaban de la civilización, casi siempre me tocaba a mi hacerlos, (entre otras cosas porque el coche que normalmente estaba disponible era mi Toyotón).
Andaba yo también subiendo de vuelta de hacer algún recado, y en en el rutinario deambular, devorando una curva tras otra, llevaba delante a un pescador que en su motillo, con su cesta de esparto en el portabultos, cargada de peces, y sus cañas al hombro, abandonaba su pesto de pesca.

En una de las curvas, un reflejo plateado en la cuneta derecha, me hizo detenerme, bajé y vi que se trataba de un barbo de al menos dos Kilos. que se le había caído de la cesta a aquel hombre.
Lo cogí, con intención de darle alcance y entregárselo, pero en ese momento me vino a la cabeza la esencia de esta narración, entonces volví a dejarlo donde mismo había caido, solo que un poco mas escondido.
Marqué el sitio con unos palos en el balate, para identificar el lugar, a la vuelta.
Mientras subía los 24 kilómetros iba maquinado la estrategia seguir y yo solo me rompía el culo de la risa, solo de imaginarme a los tres personajes, si caían en la trampa.
Me tomé un caldo del tio "saboré"(ahora os cuento porqué al caldo le decíamos del tio saboré), un poco de queso, unos tragos de vino de la bota, y cargamos las cámaras, trípodes y personal en el Toyotón, y de nuevo de vuelta camino a sus vehículos.
Lo del tío saboré, es que según nos contaba Pablo, en las tierras de Castilla, (él es burgalés de pura cepa), era frecuente, ver a un hombre que llegaba con su vehículo, tocaba el claxon, salían las vecinas con charros con agua que se arremolinaban alrededor de esa furgoneta. Este hombre encendía un hornillo ponía el agua, y le metía dentro , un hueso de jamón, el esqueleto de la gallina, o hueso de cerdo etc etc, las mujeres pagaban lo que les correspondía y se llevaban su cacharro con su caldito calentito, por eso lo del "tio saboré".
Hecho este inciso, seguimos con lo nuestro.
Uséase, que me puse manos al volante y dispuesto a llevar a aquellos urbanitas a su medio asfáltico, donde seguramente se moverían como pez en al agua (ja ja ja ).
Cuando faltaban unos kilómetros, para llegar "al sitio", fuí metiéndolos en materia sobre las cosas que hace la naturaleza y que los humanos no tenemos ni idea, de la mayoría de ellas, entre otras - seguía yo diciéndoles- aqui en Cazorla, los biólogos de varios paises, han venido estudiando un fenómeno inédito concretamente en este pantano, y que aunque en el mar es normal en algunas especies, muy conocidas de peces voladores, no se sabía de este fenómeno en embalses de agua dulce.
Las caras de los tres eran las mismas que, cuando le cuentas un cuento a un niño, exactamente iguales, la boca medio abierta, los ojos como platos devorando con la mirada a un lado y otro de la carretera cuanto veían, y con la barbilla apoyada en el respaldo de los asientos delanteros.
El pantano, lo teníamos a nuestra derecha según íbamos bajando. Cada vez el agua estaba mas lejana, ya que la lengua de entrada se hacía mas pequeña conforme nos separábamos del embalse.
Resulta que aquí en Cazorla, concretamente en este pantano- seguí argumentando-, un pez muy conocido, llamado barbo, parece ser que ha ido desarrollando una habilidad increible.
Dado que cada vez llueve menos y tenemos menos agua en los arroyos, se cree que estos peces han desarrollado una extraordinaria capacidad para adaptarse a entornos variables. ¿Regeneración?, ¿auto regularización?, realmente no se ponen de acuerdo como llamar a este fenómeno,-terminé diciendoles-.
Rápidamente me bombardearon a preguntas, (realmente era lo que yo esperaba), puesto que había conseguido llamar su atención y la cosa se ponía a mi favor. ¡¡habían caido en mi trampa ¡¡ ja ja ja (que cabrón).
Yo les iba contestando con respuestas que me venían sobre la marcha, pero alejadas de su mundo, por tanto creibles o no, no se ponían en entredicho.
Cuando nos íbamos acercando al "punto cero", les volví a decir:
En esta época sulen verse algunos de esos casos. Mirad, alli abajo hay un grupo de tres personas cerca de la orilla, que posiblemente, sean esta gente que no para de estudiar cualquier cosa sobre esto, puesto que esta época es el desove de estos peces.
Al enfilar la curva que daba paso a mi pez de plata (si no lo había cogido alguien como hice yo hacía un rato, lo que hubiera ajado mi montaje), detuve el coche, y señalando al pantano, volví a decirles: esta es la zona donde mas se da el fenónmeno, tampoco se sabe porque en esta zona y no en otras.
Ya había vislumbrado yo el brillo plateado de mi cómplice involuntario.
Fijaos, que habrá mas de 100 metros desde la orilla hasta donde estamos nosotros ¿no?, -les decía de nuevo- pues hasta aquí se han llegado a ver hermosos ejemplares que han saltado asombrosamente esta increible distancia, estrellándose contra las ramas de los pinos, y caen al suelo.
Dos de ellos callaron, pero uno dijo: yo creo que es muy dificil que un pez pueda salvar esta distancia, pero como tu dices, Enrique, la naturaleza es así de caprichosa, quien sabe, lo mismo es posible.
Hombre, a mi sinceramente tambien me pasa lo que a ti, -dijo el cabroncete, o sea, yo-que creo que es mucha la distancia, pero como os he contado, aqui se han descubierto cosas que hasta entonces eran absolutamente increibles de otros animales como pasó con el tema de las abejas y las orquideas, que se pasaron los científicos dos años hasta descubrir porque no polinizaban estas flores que poco a poco iban desapareciendo, y gracias a la sagacidad de uno de ellos revisando videos, obserevó que se trataba de otro tipo de abeja que no era la autóctona, y esta otra no llegaba con el aguijón a polinizar la orquidea. También, al ser mas fuertes que la de Cazorla, las mataban, con lo cual iban desapareciendo a la par. abejas y orquídeas. -comenté- (eso fué lo único verdadero que les dije a los muchachos en todo el día).
Puse la primera a mi Toyotón (es un HDJ 80) y con sumo cuidado avanzamos mirando hacia el pantano.
En ese momento nos cruzamos con mi amigo Enrique el coordinador de los guardas forestales de Cazorla. Volvímos a detenernos un momento para saludarnos sin bajarnos del coche, dado que él iba precisamente hacia el campamento a comer con nosotros y yo tenía que dar pronto la vuelta pa no perderme el tío saboré.
Aqui estamos viendo la zona de "los voladores"- le dije a mi tocayo guiñandole un ojo.
Habil y con la agilidad mental propia de quien viene de vuelta en muchas cosas y ha hecho varias guerras, me dijo: ¡¡ Ah bueno¡¡, pues ahí os dejo que tengo que seguir.
Adios, hasta luego.
Unos metros mas adelante estaba donde mismo lo dejé con sus casi 2 kilos de peso " mi pez volador"
Cuando mas distraidos estaban, di un frenazo inesperado que casi se tragan el repaldo de los asientos delanteros:
¡¡¡ Cago en la puta, -les dije - coño que suerte, bajaros del coche, aqui hay uno ¡¡¡.
Se bajaron como alma que lleva al diablo, y se pusieron a mi lado.
El barbo estaba precioso, fresco, y hermoso.
Este no lleva aqui ni 10 minutos -les dije- si llegamos a pasar un poco antes casi lo hubiéramos visto saltar.
¡¡Ostias¡¡ decían los tres urbanitas- es increible, tio, que un cacho de pez así haya dado un salto así, (mientras movían la cabeza del pantano al barbo y del barbo al pantano como quien está viendo un partido de tenis) ¡¡ vamos a grabar el sitio, tío, ¿podemos?¡¡, me dijeron.
Claro que si, pero no bajeis mucho que no está permitido y además se nos hace tarde.
Fueron solo diez minutillos, pero mientras ellos montaban el trípode, y grababan desde donde saltó el pez volador que ellos mismos vieron, tocaron y olieron, yo, o sea, el cabrón, al otro lado de la cuneta, me retorcía en el suelo de la risa, que después defendería mis lágrimas esgrimiendo que debió ser el polvo de un coche que pasó un momento antes.
Los dejé en el camping de los llanos de Arance, que cogieran su coche y nos despedimos.
Como decía al principio, hay 24 kilómetros de pista pero se tarda casi una hora en el trayecto, pues bien, es la primera vez en mi vida, que he estado sin parar de reir una hora.
Al bajarme del coche en el campamento, me estaban esperando como agua de mayo, porque mi tocayo ya les había puesto en atecedentes de que algo estaba tramando con los cámaras.
¡¡¡ Cuenta cabrón ¡¡¡ me dijo mi amigo Manolo.
Al calor del fuego con algún trago que otro a la bota, les fuí contando la jugada, paso a paso con todo lujo de detalles.
A partir de ese momento, éramos 7 tios partiendonos el culo (perdón) de la risa, a la vez que dábamos cuenta de aquel suculento pez en las brasas del fuego.

Espero que esa "experiencia", les sirviera a estos jóvenes para saber que los gnomos no existen, y que caperucita roja, no llevaba huevos ni manzanas en su cestita de mimbre ........ y que en este mundo hay mas cabrones que botellas de cerveza.
MORALEJA: Observa y escucha cuanto puedas, despues, créete solo que hayan visto tus ojos.

jueves, junio 12, 2008

RETRATO DE LA "SOBERBIA"

RETRATO DE LA “SOBERBIA”

“ ES ENDIOSADO, Y ENGREIDO, SE VALORA SOBRE MANERA A SI MISMO, Y ANULA CUALQUIER POSIBILIDAD DE APRECIAR, ADMIRAR O COMPRENDER A LAS DEMAS PERSONAS”. (Esta, podría ser una definición, de la soberbia).
Si aplicamos la palabra “soberbia”, a algo cotidiano, por ejemplo una comida, un vino etc, estamos elogiando magníficamente lo referido.
En cambio, si tachamos a un ser humano de soberbio, estamos haciendo una severa crítica de esta persona, ¿cierto?.
La soberbia humana es ofensiva, molesta e hiriente.
La persona aquejada de soberbia, considera a los demás, inferiores, enemigos y les procura un trato humillante, en acción u omisión.
El soberbio, nunca admite sus errores, se obstina en llevar la razón en todas las circunstancias, se cree el poseso de la verdad, considera que las críticas o los consejos ajenos son fruto de la envidia, o la enemistad.

Basa todas sus acciones en el convencimiento de su propia excelencia, que a su vez, se alimenta del menosprecio a los demás.

No conoce el antídoto de la humildad, pero tampoco el de más elemental auto examen.
Existe un orgullo positivo, que nos permite apreciar y cultivar lo bueno de nosotros mismos, y nos enseña a valorar lo conseguido por el propio esfuerzo, ¿verdad?, pero la soberbia es un defecto se mire por donde se mire, ni para su portador tiene nada de provecho.
El soberbio, crece a medida que aumenta su propia estima a costa del rebajamiento ajeno.
Se va construyendo EL mismo, un monumento, desde donde mira con desprecio a los demás.
El soberbio, nunca se equivoca, jamás yerra, y jamás comete faltas, no admite críticas, ni tampoco consejos.
Disfruta menospreciando, avasallando, y humillando a los demás.
Se idolatra a si mismo.
Es prepotente y arrogante.
Es engreído, desprecia cuanto le rodea, como afirmando su grandeza.
No reconoce virtudes ajenas.

Su corazón, late entre la envidia y el odio.
Nunca aprende de sus errores.

Tampoco conoce la humildad
La palabra “YO”, es su máxima incondicional.
No sabe utilizar el “NOSOTROS”, no entra en sus formas.
Con su “YO”, reclaman devoción, subordinación, pleitesía y acatamiento permanente de los demás.
El, preside, siempre.
Planea sus actuaciones, con premeditación, alevosía y nocturnidad, sin titubear.
Es maquiavélico en sus acciones, y odia a quien le pueda hacer sombra.
Lejos de ser inteligente, puede ser listo, muy listo.
El soberbio no es igual que el vanidoso, este último es frágil, y busca en los demás el aplauso.

El soberbio, sin embargo, puede rechazar incluso el elogio, puesto que desconfía hasta de él mismo.
En su arrogancia, el soberbio, se crece ante las críticas, porque está persuadido de ser el mejor y de que es el único poseedor de la verdad absoluta, siempre.


Decía Quevedo: “la soberbia nunca baja de donde sube, pero siempre cae de donde subió”.


La soberbia………… ES UNA ENFERMEDAD DE LA MENTE HUMANA, Y COMO TAL, NECESITA DE TRATAMIENTO. (digo yo).



Moraleja: Si miras a tu alrededor, te sorprenderás de la cantidad de personas aquejadas de este mal, y que además, lo ignoran.

Si eres su amigo, intenta ayudarles, y le evitarás una caída aún mayor en su futuro.

Consejos del Coronel.

Suerte y saludos.

jueves, febrero 14, 2008

LA BARBERÍA DE FRASQUITO "EL COLORAO"

De muy niño, recuerdo la “Barbería de Frasquito”, con todo lujo de detalles.
Frasquito debía tener 70 años o mas, quizás.
Había estado en la guerra 5 años, 7 meses y 14 días, había sido ayudante de panadero, después gañán, trapero, afilador, y finalmente pastor y matarife.
El apodo, le viene de alguna generación atrás.
En esta Andalucía de mi alma, es raro el pueblo, que no tiene una familia de “coloraos”,
y es que a poco que resalte el color rojo mas de lo corriente, en la cara, siempre habrá alguien que bautizará, con el apodo, que una tras otra, llevarán todas las generaciones, mientras haya un solo pariente del primer “colorao”.
Por tanto, a Frasquito, huelga preguntarle desde cuando es “colorao”, porque ni el mismo debe saberlo.
El arte de la barbería, dice que lo aprendió, estando en el frente, porque no tuvo mas remedio, ya que al peluquero oficiad le la 1ª Compañía de fusileros (la suya) le dieron un tiro en el hombro derecho, cuando les faltaban unos metros para alcanzar, un pequeño castillete cerca de Montijo, en la provincia de Badajoz, casi en la frontera con Portugal
El Capitán, “depositó” su confianza en el y señalándolo con el dedo, le dijo: “ Morales, ¿supongo que cuando usted fue pastor, alguna oveja esquilaría, no?, - firme como una estaca, le contestó: si mi Capitán, -.
-“Pues coja usted la bolsa del peluquero, que a partir de hoy desempeñará usted esa función en la Cía.”
Posiblemente, aquel tiro a su compañero, fue decisivo, para que a Frasquito Morales “el colorao”, le diese un cambio profesional en su vida militar y civil.


Un inmenso nogal, presidía la placeta empedrada, un pretil, a modo de anillo, circunvalaba aquel tronco majestuoso, que servía de magnífico asiento para tomar la sombra esos días insoportables de verano, que aunque eran pocos, también hacían su “agosto”, y no menos, estupendo lugar para compartir unos vasos de mosto con una chicharra, (no el insecto de igual nombre, sino el trozo de carne, hoy llamado secreto, y que tan buenas alabanzas hacemos), - en época de matanza- se envolvía en papel de estraza, humedecido en vino, y se arrojaba a las brasas.
Hasta que quedaba totalmente quemado el papel, no estaba en su punto.

Un abrevadero para las bestias, al fondo, en la pared, con un chorro contínuo de agua cristalina, y fría como el plomo, invitaba siempre a poner la boca debajo, y que en dos segundos, se te quedaba anestesiada por efecto del frío.
Dos mulos blancos, una burra listísima, y un rocín viejo, componían la caballeriza.
Quiero hacer especial mención a esta acémila, “la española” – así la llamaban.
En las infinitas esperas de turno al rasurado, el aburrimiento dentro de la habitación y el olor a tabaco, hacían que cada tres por dos, me saliese a la placeta, a matar el rato, dándole patadas a las nueces, o viendo las maniobras de los gañanes con este ganado.
Cuando le ponían los aparejos al zoquete animal, esta hinchaba su barriga, con la misma facilidad que se infla un globo, de forma que al apretar la cincha que pasaba por su panza, el gañán (sabedor también de los trucos de la zopenca), apoyaba su rodilla contra el falso globo y apretaba la ancha correa, un punto mas, cada vez, de tal modo que la carga quedase bien sujeta, y que al vaivén de su caminar, no terminase rodando por el suelo.
Después de cargarle seis sacos de aceituna, con el consiguiente trabajo que ello suponía para el bracero, aquel bicho terco, se deshinchaba con la misma facilidad que antes la hinchaba, quedando la correa floja, y por consiguiente, la carga iba al suelo irremediablemente.

Aún sigo creyendo que el animal se reía, mostrando su dentadura acompañado un par de buenos rebuznos. La terca, había ganado aquella baza, pero poco le duraba la alegría, porque el destripaterrones, tardó segundos en arrearle unos cuantos vardascazos, acompañados de una retahíla de maldiciones y un recordatorio al Santoral, que a buen seguro, al animal, obviamente, le venía al pairo.
No tendría más de 10 ó 15 m2 la habitación.
Había que subir dos grandes escalones, hechos de sillares de piedra de alguna de las canteras cercanas, antes de penetrar en la estancia.
En el centro un sillón de aquella porcelana blanca, con mas desconchones que el orinal de un loco, el asiento de madera agujereado, sin mecanismo alguno, en su defecto, había un pequeño banco de madera, como los de los limpiabotas, y tres cojines que suplían la mecánica de subir o bajar, para que la cabeza del rasurante, estuviese a la altura que el maestro requería.
Siempre había varios montones de pelo blanco en su mayoría, que se barrían, una vez terminada la jornada, y que no me gustaba verlos.
El suelo era una mezcla de losetas hidráulicas de mil colores y otras de barro, sin orden ni concierto de figuras ni nada parecido, era pura reposición.
A la derecha, había un banco de madera dispuesto para dos/tres personas, y dos sillas de anea brillante, - no es esta ninguna variedad de la espadaña-, el brillo, era producto del mucho uso, y de la poca pulcritud.
Dos sillas idénticas a las de enfrente, flanqueaban sendos costados de otro banco/arcón, que Frasquito, usaba para guardar los menesteres propios del oficio.
Se que esto es así, porque en una ocasión me hizo levantar para coger un afilador de cuero, y la curiosidad propia de la edad, me llevó la vista al fondo del mismo, e inspeccionarlo en un santiamén.
De haberlo tenido en casa, hubiese sido un perfecto escondite para mi.
Pude ver, algunas navajas barberas, varias máquinas de esquilar, o de pelar, ahora creo que eran la misma cosa, tan sola cambiaba el “animal” a rasurar, algunos trapos doblados, para limpiar las barbas afeitadas, y otros para humedecerlas, un par de escupideras, y una pequeña zafa, de porcelana blanca.
Enfrente justo del sillón, un mueble tipo cómoda , rematado por una piedra de mármol, blanco amarillento, con el borde destrozado, seguramente, de los muchos golpes recibidos en su larga vida, que lo hacían mas atractivo si cabe que si fuese nuevo.
Tres máquinas de pelar de diferentes anchos de diente, siempre dispuestas en el mismo orden, perfectamente alineadas, de menor a mayor, como debiera haberlo hecho el mismo en muchas ocasiones cuando vestía el uniforme.
La del cero, a la izquierda, (esa era la mas usada), en el centro la del dos, y a la derecha la del 4/5, todas igual de mohosas, una pequeña jofaina con el borde azul añil, abollada como las del arcón, dos navajas barberas , un afilador de badana o piel, unos trozos de papel de periódico, de forma cuadrada, que era donde iba limpiando la navaja conforme afeitaba, un peine negro, brocha, jabón, un varón Dandi de litro, otra jofaina un poco mas grande con agua del pilar, en la que mojaba el peine y dejaba rematada la faena, antes de levantarse del sillón.

Cinco pesetas, y el siguiente.

Junto con el mueble, presidía la habitación un espejo no muy grande, ni muy chico, que desfiguraba los cuerpos asombrosamente, con mil rayajos, y otros tantos desconchones, en el que para verse bien, había que enfocar un rato la vista.
Un cable amarillento retorcido, era el encargado de llevarle la corriente a una bombilla, que colgaba del centro del techo, intentando en vano, iluminar la estancia, entre otras cosas, porque era el lugar de encuentro de las moscas de la barbería, llamadas por el calorcillo que desprendían aquellos pocos vatios, y donde la transparencia del cristal, dejó de serlo hacía ya bastante tiempo, para tornarse en un amarillo oscuro.
Era aquella, mucha habitación, para tan poca vela.
Una tira de papel “atrapamoscas”, absolutamente negro, de los cadáveres de estos insectos, colgaba cerca de a la “perilla”.
La calefacción del habitáculo, estaba encomendada a un brasero de cisco, que alguien siempre procuraba mover, para que las ascuas se avivasen y siguieran dando calor.
El humo de los Ideales, el caldo de gallina, los peninsulares, y los celtas cortos, (aparte de contribuir en la calefacción), le daban un toque amarillento a la habitación imposible de igualar con ninguna pintura, era un amarillo rincón escalera, inigualable.
Las mil capas de cal, contribuían a que apenas se distinguieran las curvaturas de las vigas de madera, del techo.

Un colorín en una jaula, colgado a la izquierda del sillón, canturreaba de vez en cuando el pobrecillo animal.
Una radio-galena, con Radio Nacional de España, siempre sintonizado, armonizaba el silencio sepulcral que regía en aquel cuchitril.
Un fraile, de los que dice el tiempo, colgaba a la izquierda del espejo, y al que los concurrentes, le tenían buena fe, porque nunca fallaba.
Encima del banco/arcón, había un cuadro con un ángel pisando una gran serpiente, que me aterraba, subido al globo terráqueo, con una lanza en la mano derecha, (los mayores decían que era el ángel del purgatorio).
Cuatro retratos grandes, enmarcados, dos en cada pared, me miraban fijamente, sin cansancio. Yo, no podía evitar mirarlos, era como una llamada silenciosa. Nunca pude sostener la vista más de un segundo. El miedo se adueñaba de mi, tan pronto como levantaba la vista.
El que más, miedo me daba, era un hombre con un chambergo de ala ancha, bigote fino y alargado, con barba de pocos días, y mirada provocadora, que por si fuera poco, era el padre de Frasquito.
Y dejo para el final, el más infecto, repugnante y nauseabundo –al menos para la vista – de los cacharros. Una escupidera también de porcelana blanca, y bordes azules, detrás de la puerta.
Este repelente y repulsivo trebejo, era el encargado de recoger los escupitajos, que en el se estrellaban, producto de las carrasperas de aquellas gargantas resecas del tabaco.
Siempre me llamó a la curiosidad, ¿como tenía el arrojo necesario, para limpiar aquel abominable cacharro la pobre Angelicas.
Un almanaque de tres años atrás, con un santo, coronado, con los brazos abiertos, mirando al cielo, como quien clama piedad.

En la pared, encima de los bancos, había unos círculos, de un color difícil de describir, pero entre ceniza oscuro, y negro, bien marcados, uno encima justo de cada asiento, semejantes a las marcas que dejaba una pelota, cuando se estrella contra la pared, - que por supuesto, no era el caso-.
Como nunca me atreví a preguntar, fui ignorante durante mucho tiempo, de haber preguntado, lo hubiese sido solo mientras duraba la pregunta en ser contestada, pero por otra parte, prefería no preguntar, porque perfectamente podías encontrarte con un mamporro y sin respuesta, así que tuve que ir descubriendo aquel pictograma por mi mismo, y averigüé, con gran satisfacción para mi, la coincidencia de estos,, con la nuca de los que esperaban, que mientras les tocaba turno, se echaban una cabezadilla.
Una destartalada percha, ponía fin a la decoración de la habitación.

Puedo describir, aquel chasquido de la máquina de pelar, como el mas odioso de todos los sonidos.
Aquellas cuchillas, estoy seguro que nunca vieron un afilado, era realmente un tormento, oír aquel chirrido fruto de la oxidación, que unas veces, cortaba el pelo, (las que menos), y otras lo arrancaba literalmente, así que era inevitable, estar moviéndose continuamente, intentando evitar nuevos tirones.
Este movimiento involuntario de la cabeza, siempre iba acompañado de la frase: “niño, estate quieto”, del rapabarbas.
No sabría distinguir, que cosa de las dos era más detestable, y por si fuera poco, siempre iba acompañada del correspondiente coscorrón, por tanto, por el mismo precio, pelado y calentito pa casa.
Cuando nos tocaba el turno a los niños, -curiosamente, éramos siempre los últimos- dos o tres cojines eran suficientes para llegar a la altura deseada por Frasquito, o el pequeño banco de madera, según decidiera el fígaro.
Nuestro corte de pelo era fácil, el estilo “nacional”, la máquina entraba por la frente, lentamente y terminaba en el cogote., aunque algunas veces, y solo a juicio de Frasquito, y cuando le venía en gana, nos obsequiaba con algo mas moderno, y nos dejaba un minúsculo flequillo, en la misma frente, justo donde nace el pelo.
Aunque me quedase dormitando, sabía cuando le tocaba el turno al siguiente, porque después del afeitado, Frasquito, siempre daba un ligero guanteo con ambas manos, por la cara del afeitado, era la antesala al “cuanto de te debo”.
El toque de Varón Dandy, daba la nota mas agradable a la espera.

- 2 -

¡¡ Angelicasssssss ¡¡¡ - se oyó una voz de mujer desde la calle - ¿está tu Maríooo?-.
¡¡ Es pa traer a mi pápa que lo afeite¡¡.
¡¡Ahí tié questar en la barbería ¡¡ contestó Angelicas, desde un balconcillo que había justo encima del aposento.

Pasaron unos minutos, y una mujer sesentona,- o más- ataviada con el uniforme reglamentario de aquella época, luto riguroso, de pies a cabeza, corrió la cortina de tela de arpillera, asomó un poco la cabeza y dijo :
“Dios guarde astés (ustedes)”, y aupó a su “pápa” con un :
“Tengasté cuidao con el escalón, no vaya a tropezar”.
(La mujer no pudo acompañarlo hasta sentarlo, porque no estaba bien visto entrar en lugares reservaos “pa hombres”).

Un abuelo con muchísimos años, y mas pliegues en sus carnes, que las botas de un cojo, hizo su aparición en el habitáculo, no musitó palabra ni gesto alguno, se sentó a mi lado, “otro que se me cuela pensé-, (y no me equivoqué).

Absolutamente aburrido, yo tenía las manos debajo de mis muslos, las palmas apoyadas en la anea brillante y pegajosa de la silla, alternaba los vaivenes con las piernas, sin descansar, y con la cabeza gacha, miré de reojo a mi vecino del banco, varias veces -que ya dormitaba-.
Frasquito me miraba de reojo, y apostillaba:
“Niño, ¿quieres dejar quietas las piernecicas de una vez”.
Me causó gran impresión, ver aquella cara con mil arrugas, en algunas partes, como por ejemplo en las comisuras de los labios, eran surcos, mas que arrugas.

¡¡Debe ser difícil afeitar una cara así,¿ eh, Frasco? ¡¡- pensé de pronto par mis adentros-, en dos minutos saldría de dudas-.
” Joseicoooo, vamos, que le toca”, -no me vino de sorpresa, ya barruntaba yo que me pasaba la vez-.
Desde que este longevo hombre se sentó en el sillón, -con dos cojines-, no dejé de observar los movimientos del afeitador que embadurnaba aquella cara de cartón, con una brocha, hecha de crines del jamelgo zopenco que tenía en el establo - según oí decir a alguien- y una espuma que sacó a fuerza de restregar la brocha sobre una masa blanca, parecida a un trozo de cirio, con envoltura de papel de plata.

Colocó el afilador de cuero, sobre su antebrazo izquierdo, abrió la navaja, servido de la maestría, y habilidad que caracteriza a un buen maestro de oficio, con la inclinación perfecta, una vez hacia arriba, la otra hacia abajo, cambiando el filo de la misma, a una velocidad, que no daba tiempo a ver el orden del afilado, dio por concluso el acto, al cabo de diez o doce vaivenes.
Una vez finalizada tan maña operación, volvíó a la cara de aquel matusalén, con la mano izquierda estiraba los pliegues hacia arriba, hacia abajo a la izquierda y a la derecha, a fin de conseguir un trozo de cara llano, que no le complicara el afeitado, y con precisión milimétrica, rasuraba centímetro a centímetro, aquella extraordinaria cara.

Pero al llegar a la zona de los mofletes, estirara por donde fuese, no había forma humana de conseguir piel sin arrugas.
¿Y ahora que. Listo?, -me dije para mí-.
Pero Frasquito, perro viejo en estas artes, no dudó ni un segundo.
Abrió un cajón del mueble, sacó una bola de madera, - mas bien parecía un trompo, sin punta-, como esas que tenían las mujeres para zurcir las medias y los calcetines. Mi atención se volvió, en un inusitado interés por ver como acontecía todo.
¡¡¡ Abrasté la boca Joseicooo¡¡¡, -dijo-
Ya de camino, también se despertó el anciano, al que no le interesaba lo mas mínimo, lo que hacía en su cara el barbero.
¡¡ Que tío mas listo este Frasquito¡¡- me dije-, ahora era todo mas fácil, con el huevo de madera en el carrillo, como si fuera un caramelo, hacía que las arrugas casi desaparecieran por completo.
La cabeza de Joseico , se movía de un lado para otro constantemente, según mandaba el maestro.
En uno de aquellos vaivenes, al echar la cabeza hacia atrás…….. Glugluglu , -se oyó-,
¡¡ El viejo se había tragado la bola ¡¡¡¡¡.

Ya me lo imaginaba saliendo de cuerpo presente de la barbería, ¡¡ maldita la hora en que yo vine hoy, precisamente hoy ¡¡
Pero mi asombro fue superior.
Frasquito reaccionó como si aquello hubiese estado en el guión, ni se inmutó, aquel vejete se estaba volviendo azul, con las manos en el gaznate, sin poder articular palabra, intentaba desesperadamente, librarse de aquel cuerpo extraño, que el maldito barbero le alojó en la boca. Sólo podía emitir, un sonido parecido al de las gárgaras con el agua de carabaña.
Impertérrito, el fígaro, soltó la navaja, en el repostero, se fue detrás del sillón, y como quien hace aquello todos los días de su vida, cogió por los sobacos al moribundo, lo incorporó de una sacudida y al alzarlo, la bola se coló hacia el estómago, como si de un caramelo se hubiera tratado.
¡Siempre recordaré el mal rato pasé, Dios¡

El color azulete del rostro del abuelo, fue desapareciendo, la respiración volvió a su ritmo, y aunque continuó mudo como siempre, miró de reojo al que casi acaba con su vida, con cara de : “casi me ahogo, cabrón”.
Frasquito, volvió a coger la navaja, se acercó de nuevo al anciano, a fin de acabar su faena y rompió el hielo, diciéndole al resucitado abuelo:
“ Por la bola de maera, no se preocupe usté, Joseico, mañana me la trae, si ya se la han tragao muchos”.

Yo no pude contener la risa.
Frasquito, ipso facto, me dió un guantazo, por reírme de las personas mayores- me dijo-

MORALEJA:
Nunca te rias de las desgracias de otros.

Un saludo del
CORONEL

viernes, enero 04, 2008

CARTA DE UN NIÑO DE CUNA

CARTA DE UN NIÑO DE CUNA

Querida cigüeña: Con la confianza que tenemos, ya que tú me trajiste a este mundo, (no como ahora que los niños ya vienen de París), te escribo un poco para que sepas que es de mi vida, desde que tu me dejaste.Cachi en diez ¡, con lo tranquilo que estoy yo en mi cuna, con mi chupete, y mi sonajero no dejan de molestarme un sinfín de gentes, que no paran de decirme cosas, ponen caras rarísimas, balbucean palabras que no hay quien las entienda, se me acercan tanto que me echan su saliva en la cara.
Fíjate si son bobos estos mayores, que no solo se empeñan en que les haga gorgoritos, sino que además, afirman que el niño a dicho “papa” o “mama”.
Menos mal que la mami siempre está atenta, y sabe cuando tiene que “darme la tetilla”, al menos me voy quedando dormido poco a poco, como si me estuvieran anestesiando, y a la vez dejo de oír las tonterías de esa gente, que rodea mi cuna.
Por cierto, ¿sabes?, me han regalado un batón que me llega a los tobillos, parezco un Rey Melchor, y por supuesto, celeste, ¡ claro ¡ como soy niño, -ya empezamos con las clasificaciones- y a mi, el que me gusta realmente, es el rosa.
Otra cosa, cigüeña, hay por aquí una niña rubia con trenzas, dicen que es mi hermana, pero me mira con cara de “te vas a enterar, enano”. ¿es normal, eso?.
Mi abuelito si que es chuli, se lía el tío unos cigarrones…. “caldo de gallina “ le llaman, él, habla poco, (sin duda es mas listo que los demás), se pone la gorrilla de cuadritos, así, echá patrás, en la coronilla, y está muy gracioso, pero nadie lo deja en paz, todos a la vez le dicen: “¡¡ coja usted al niño, abuelo”¡¡, ¡¡ ande, cójalo ¡¡, por favor, ¿es que no podéis dejarlo tranquilo, que haga lo que quiera?, el es sabio. El abuelito, al final, accede, y me coge,-pues seguramente como cogía los melones en el campo- en sus ya frágiles, a la vez que duros brazos, sus manos desfiguradas y llenas de callosidades, ¡¡ pero si la criatura solo ha hecho en su vida, que trabajar de sol a sol,¡¡ ¿ahora también le vais a regañar porque no pone los brazos “así, entrecruzados”, para coger al niño, (o sea a mi),como dice la esa señora oronda, de las gafas?¡¡Y es que, por mas que me esfuerzo no entiendo, nada, a estos mayores.
Esta criatura que tiene casi un siglo de vida, es quien realmente necesita mas miramientos, mas cariño, mas mimos, mas delicadeza, mas atención y mas honores que yo, que llevo aquí en este mundo, tres horas menos cuarto, sin embargo, él, después de llevar toda su vida trabajando 20 horas diarias, ¿no es para tenerlo como a un Rey, pues, después de todo, el pobrecito mío, se lleva mas regañinas que mi santa hermanita.
Hasta ahora yo creía que el abuelo se llamaba "NO".Abuelo NO coma usted de eso, abuelo” NO”, beba usted vino, abuelo NO fume, abuelo NO se levante, abuelo NO….¡ pobrecillo mío ¡, sin embargo para mi, todo son agasajos, hasta la caca les parece que huele bien.
Por fin, ¡¡ que descanso, se han ido todos, y ahora que estoy cogiendo el sueño, vuelve a sonar el timbre, me pongo a temblar, porque seguro que son otros pelmas.¿Qué te decía?, y además estos vienen para que les quiten 6 puntos de golpe. “que niño mas guapo, le parece a su tío, no no, tiene toda la cara de su padre, que va que va, la nariz es de….” ¿ Y tuuuu,? el del cigarro, ¿no ves que me estás echando la ceniza encima, “cafre”, y luego dicen que porque llora el niño, ¿qué le pasará?, ¿ serán los gases ?, ¿será la barriguita?; pero claro, como uno no sabe hablar, ellos, tendrán que descubrir, que el único culpable del llanto, es este pantaloncito, tan mono que me han puesto.
¿Realmente son así de insensatos estos mayores?.
Venga darle al sonajero,¡estate quieto de una vez que me duele la cabeza del mismo sonsonete toda la tarde, hombre¡ y lo que faltaba: me ha pasado su dedo por la cara y es como si me la hubieran lijado.Pero lo triste de esto, querida cigüeña, según parece , es que yo, un día, también seré mayor, y pasaré a formar parte de este universo de adivinadores del pensamiento, echadores de, cenizas y salivajos a otra pobre criatura, que no podrá darme un puñetazo, porque aún no coordina bien sus movimientos, que no por falta de ganas.
Miro de reojo, al reloj de la pared (por cierto, que pesado ese cucu), veo que llevo en este mundo, 8 horas escasas, y ya visto lo fácil que resulta enfadarse.
Que aburrimiento, “cigü”, siempre lo mismo, solo que, voy conociendo caras nuevas.Hasta que un día, todo cambió, ¿sabes?, veo las mismas caras pero un poco distintas.Al abuelito le han hecho que se ponga una camisa blanca una chaqueta, y otra gorrilla de pana, (que por cierto no le debe gustar porque no para de quejarse).
Las titas, se han puesto unos labios nuevos, huelen distinto, se han cambiado los pelos y los titos también llevan trajes diferentes, y otro olor.Mi mami se ha puesto guapísima, pero, ella aunque no se ponga nada, es la mas guapa de todas, ( mi papá también…, pero un poco menos).Antes de que me de cuenta, me veo encima de la mesa camilla, manoseando por doquier, ya me quitan, ya me ponen, me echan polvos de talco en los güevecillos, (perdón), pero yo he oído a mi mami decirle al abuelito cuando va a comer : papá, te echo sal en los huevos?, entonces ¿Por qué a mi me echan polvillos de talco?, serán cosas de mayores, vaya usted a saber.Para no cansarte querida cigüeña, te diré que me han puesto “hecho un cromo”, con el batón hasta los tobillos, un gorro horrible en la cabeza, unos zapaticos de croché y todo el mundo hablando de no se que nombre para el niño.De golpe y porrazo, me veo frente mí, a un hombre con un batón como el mío, un libro en la mano y esperando a que llegue la gente (oigo decir).Ahora me coge en brazos una tita, que no para de moverme en sus brazos.¡¡ ea ea ea ea ea ea, que pesada ¡¡.
El tito agarra una vela gorda, que en principio creí que era para darle en la cabeza, (a la tita, porque no callaba), pero después pude ver que prefirió pegarle fuego (a la vela).Sin mi permiso, sin saberlo, y sin decirme nada, nadie, a partir de ahora ya no me llamo “que niño más guapo”, sino, rikito –para los amigos-
Cuando estaba quedándome dormido, el del batón, se me acerca, y me echa un cubo de agua fría por la cabeza, así sin mas, sin mediar palabra, y sin haberle hecho nada.
Que cabreo cogí ¡¡ pero miré un poco de reojo y ví a un amigo mío que estaba en una hornacina- se llama niño Jesús-, y le digo: oye Jesusillo, tu que llevas aquí mas tiempo, ¿esto es normal, o se están aprovechando de mi indefensión estos mayores?. Entonces mi amigo, ya me lo aclaró todo.Me di una vuelta con la mirada, mientras unos hablaban, otros miraban el reloj etc, me fijé en el abuelito, tenía la gorra en la mano, era el mas chuli de todos, no me quitaba el ojo de encima, y además le ví unas lagrimas, -que no se avergonzaban al recorrer su carita llena de arrugas, las mías eran porque me echaron agua, pero, a él, no le hicieron nada, ¿entonces porque lloraba?, con lo mayor que es, me daba mucha pena.
Mi abuelito, aunque es viejo y está arrugado, a mi me parece, muy tierno, sus arrugas son para contarle los años que tiene, como los troncos de los árboles, su mirada es junto con la de mami, la mas sincera de todas.
Cuando echó sus lágrimas, tardaron mucho rato en llegar a la barbilla, porque iban pasando de una arruga a otra, muy lentamente.El se sacó un trapo del bolsillo, se limpió para que yo no las viera, pero me contagió a mí, y también eché lágrimas como él, pero sin llorar.Cuando, pasó mi mami por su lado conmigo en brazos, me miró de una manera, que yo entendí como una despedida, pero no comprendí porque me miró así, si todavía me tenía que contar muchas cosas.Después fuimos a un sitio muy ruidoso, y mientras todos comían, bebían y se reían, el abuelito, me cogió en sus brazos, aquellos mismos que tantos y tantos haces de trigo segaron de sol a sol, para algún rico, a cambio de unas migajas, y poco mas. Se me acercó, me miró fijamente y volvió a echar más lágrimas. Hablaba, muy bajito, y aunque entonces no entendí nada, de mayor, seguro que te acordarás de todo, -me dijo-
Me quería mucho, porque me lo decía muchas veces, y me daba besos en la frente, sus manos duras como el suelo, eran tiernas a la vez, es como si fuera mago, solo con mirarnos, ya sabíamos muchas cosas los dos, y además, se que su cariño era verdadero, porque cuando me tenía en sus brazos no fumaba nunca, nunca.
Pero un día, en casa, fumó mucho y bebió mucho, y lloró, y decía algo de una herencia que yo no entendía. Después, otros días, también lloró, y fumó y bebió, y otra vez decía las mismas palabras que antes, mientras se balanceaba en su mecedora.Ayer, estaba dormido, en su sillón, y vino mami, a llamarlo para comer, pero el abuelo no quería despertarse; mami le decía muy fuerte:” papá papá,” pero el abuelito seguía dormido, “déjalo que duerma, mami”, le decía yo, pero a mi no me escuchaba, solo me oía el abuelo, y ya no se despertó más porque estaba muy cansado de estar 90 años trabajando.
Mami le quitó la gorra, y le daba muchos besos, pero también lloraba mucho.
Mientras vino mi papi, estuve hablando con el abuelito un rato, sin que nadie nos viera y me contó muchas cosas bonitas… me dijo que no lloráramos nadie, que él había ido a ver a la abuelita que estaba muy sola, y lo llamaba mucho, que yo era un campeón y que cuando quisiera decirle algo que se lo preguntara, que me contestaría, que no peleara con mi hermana, que mami era muy buena y papá, y que le diera de comer a canuto (un perrito) cuando ladrara, porque él se iba con el papá de mi amigo Jesusillo (el de la hornacina).Entonces, abuelito, ¿Cuándo me vuelvan a llevar para echarme mas agua, te veré en la casa del hombre del batón, no?, No hijo- me dijo- en adelante, yo te veré, pero tu a mi no, cuando seas mayor, lo entenderás, “ pero es que yo no quiero ser mayor abuelito”, yo no quiero echarle salivajos a un bebé, ni ceniza ni entender a los mayores, pero el abuelito se reía, -ya lo entenderás hijo ten paciencia, me decía.Vino mucha gente, con las caras muy tristes, a mi me llevaron a casa de una tita.
Cuando volví a casa, mi mamá tenía puesto un traje negro, el abuelito no estaba en su mecedora, pero yo lo vi, y lo llamé para que me cogiera, él me dijo que ya no podía, que no tenía fuerzas y que me caería al suelo, entonces me dio un beso en la frente como siempre, se reía un poco, ya no lloraba, porque estaba al lado de una mujer vestida igual que mamá. Ella, también me dio un besito y me dijo: “mi niño, que guapo eres”, me cogió las manos, me acarició muchas veces; tenía una sonrisa muy bonita, como la del abuelito. Después se fueron sin dejar de mirarme, cogidos de la mano y con la otra la movían como yo, para un lado y para otro…¿tú también tienes abuelitos, cigüeña?, son chulis ¿verdad?.
Y esta carta, es solo, para agradecerte que me hayas traído a este hogar, de este mundo de andar por casa.
Un besito mío y otro del CORONEL.